Angkor Wat: cómo las asombrosas revelaciones que las nuevas tecnologías de teledetección y láser aéreo están cambiando nuestro conocimiento y comprensión de la historia.
Fuente: Te Past
El imponente templo de Angkor Wat y sus alrededores boscosos son actualmente el foco de un importante proyecto que incluye escaneo láser aéreo LiDAR y más. La arqueología está cambiando radicalmente nuestra comprensión de este asombroso sitio. Comparto la visión y comentarios aportados por el codirector a cargo del proyecto, Roland Fletcher, publicada en The Past.
El templo de Angkor Wat en Camboya es una deslumbrante obra maestra arquitectónica cuya construcción se había datodo en el período del apogeo del imperio jemer por su gobernante ávido de poder Suryavarman II durante su reinado de 1113 a 1149 d. C. Proporcionando un espectáculo de belleza, maravilla y magnificencia, el templo principal, con sus famosas torres de capullos de loto, se extiende por unos imponentes 215 m por 186 m, y se eleva más de 60 m sobre el terreno circundante, mientras que sus muros de recinto con foso rodean un área de 1.500 m por 1.200 m. Se dice que Angkor Wat es el edificio religioso más grande del mundo anterior al siglo XX, supera incluso al mayor zigurat sumerio y hace que el Templo de Amón de Karnak y la ciudadela de Mohenjo-Daro, en el Indo, parezcan santuarios de aldea.
Los arqueólogos, especialmente los franceses, han estudiado Angkor Wat desde finales del siglo XIX. Gran parte de su atención se ha centrado en su arte, arquitectura, epigrafía, iconografía y funciones rituales. No se les puede culpar, ya que se han encontrado con un sitio de una magnitud abrumadora. Pero, como está demostrando una nueva generación de investigadores, el templo simplemente no se puede entender de forma aislada: necesita situarse en el contexto más amplio de la zona que lo rodea.
Durante los últimos 20 años, una serie de proyectos de teledetección y una amplia investigación de campo (iniciados por Christophe Pottier y ampliados por Roland Fletcher y Damian Evans) han buscado obtener información mediante estudios más amplios de la zona. Este trabajo reveló que, a diferencia de lo que ocurre hoy, Angkor Wat no estaba originalmente en la espesa jungla, sino cerca del centro del enorme complejo urbano de baja densidad conocido hoy como “Gran Angkor”, que cubría un área de alrededor de 1.000 km2 y albergaba a unos 750.000 habitantes. En este sentido, el Gran Angkor se parecía a los centros mayas clásicos como Tikal en Guatemala y Caracol en Belice, pero era inmensamente más grande. En el curso de su trabajo, los investigadores localizaron evidencias de canales, caminos, estanques, montículos de casas, cientos de pequeños santuarios y muchos miles de arrozales cercados (o campos rodeados de riberas bajas y estrechas).
Sin embargo, la densa jungla obstaculizó sus admirables estudios, especialmente alrededor del propio Angkor Wat, en el corazón del Parque Arqueológico de Angkor, Patrimonio de la Humanidad. Por eso, en 2012, Damian Evans y Roland Fletcher lanzaron un nuevo proyecto utilizando escaneo LiDAR aéreo, una técnica que puede “ver” a través de la jungla (ver recuadro en la pág. 19). Además, un equipo de especialistas de renombre procedentes de muchos países, de Europa, Australia, Estados Unidos y Camboya, ha estado realizando estudios de radar de penetración terrestre (GPR) y excavaciones específicas. Este trabajo actual redefine por completo el paisaje de Angkor Wat y finalmente está desvelando los secretos del sitio. Pero antes de ampliar nuestra visión para descubrir los últimos hallazgos, debemos volver al interior del propio recinto de Angkor Wat.
El cielo en la tierra
Para los jemeres, Angkor Wat era el cielo en la tierra. Cada detalle de este extraordinario santuario reproducía su mundo celestial en un modo terrestre. El pueblo del rey Suryavarman creía que el mundo consistía en un continente central conocido como Jambudvipa, con la montaña cósmica de Meru elevándose desde su centro. La torre más alta de Angkor Wat representa a Meru, mientras que sus cuatro torres menores representan los picos más pequeños de la montaña.
El gran muro que rodea el templo representa las montañas en el borde del mundo, el foso circundante, el Mar de Leche alrededor de Meru, donde los dioses y los demonios batían ambrosía. Originalmente dedicado al protector hindú Vishnu, Suryavarman II utilizó Angkor Wat como el lugar donde él, como gobernante divino, se comunicaba con los dioses. Cuando murió, sus restos fueron colocados en la torre central, de modo que su alma entró en su imagen divina y entró en contacto con los antepasados reales. Aquí se convirtió en uno con Vishnu, el amo del universo.
Una fuerza de trabajo cuidadosamente organizada, traída de todo el imperio, alimentada por enormes excedentes de alimentos, en particular el arroz cultivado en la región circundante y el pescado del lago Tonle Sap, construyó el complejo para su gobernante divino. Suryavarman y sus sucesores presidieron una civilización que llevó el culto a la monarquía divina, el lujo y la riqueza a alturas asombrosas, con Angkor Wat como el apogeo de la arquitectura jemer. Metro tras metro de exquisitos bajorrelieves en Angkor Wat muestran a Suryavarman en un trono recibiendo a altos funcionarios. Avanza sobre un elefante acompañado por el sumo sacerdote y sus generales. La corte cabalga con él a través de un bosque con damas nobles en literas, todas protegidas por soldados fuertemente armados. Escenas de batallas y doncellas celestiales desnudas hasta la cintura adornan paredes enteras. Esbeltas y sensuales, visten faldas de tela suntuosa y ricos adornos, sus danzas simbolizan los placeres del paraíso prometido al gobernante después de su muerte. Angkor Wat es un monumento de genio arquitectónico, cuya decoración nunca se completó por completo y, como todos los grandes santuarios, fue modificado y reutilizado.
Las inscripciones nos cuentan que miles de personas trabajaban en los templos, y muchos miles más cultivaban y distribuían alimentos en el Gran Angkor para apoyar al personal del templo, lo que suponía un enorme coste de mantenimiento. Pero la utopía religiosa no iba a durar. Angkor empezó a disolverse después del siglo XIII debido a una combinación de graves cambios climáticos, guerras endémicas y nuevas redes de comercio marítimo. El estado jemer sobrevivió, trasladando su capital a la región de Phnom Penh. En cuanto al magnífico Angkor Wat, se convirtió en un templo budista, como lo ha sido desde entonces.
Megaciudad en la jungla
Luego, el LiDAR reveló algo más, algo bastante inesperado. El estudio mostró que la red de carreteras del centro de Angkor se originó en Angkor Wat medio siglo antes de que Angkor Thom se construyera. De hecho, la red se extiende mucho más allá de Angkor Wat y Angkor Thom, rodeando todos los grandes templos de Angkor y uniéndose a una red de carreteras y canales que se extendía por los antiguos y extensos suburbios del Gran Angkor, donde vivía la mayoría de la gente. Los arqueólogos llegaron a la sorprendente conclusión de que Angkor Wat, Angkor Thom y las otras "ciudades-templo" no eran ciudades separadas y sucesivas, como han supuesto generaciones de investigadores. Más bien, deberían verse como una sucesión de adiciones conectadas e interrelacionadas al área urbana central.
Además, este nuevo trabajo indica que el área más amplia no era menos urbana que el área central, y que la antigua dicotomía de ciudad santa jemer/campo periférico es falsa. En cambio, se debería considerar a toda la Gran Angkor como la “ciudad”, algo similar a la relación que tiene Nueva York con la zona urbana central de Manhattan con la catedral de San Patricio, o a la que tiene el Gran Londres con su City central de Londres con la catedral de San Pablo. De hecho, la Gran Angkor es como las actuales desakota del sudeste asiático y China: esas gigantescas ciudades rurales-urbanas que se extienden por extensas áreas de arrozales. Este patrón urbano de baja densidad contrasta marcadamente con la típica “ciudad compacta” arqueológica (europea o del Cercano Oriente), donde la ciudad se ve como una entidad discreta, a menudo amurallada, y en contraste con su interior rural.
Detectando vidas remotas
Así, surge una imagen nueva e inesperada de un paisaje urbano que antaño estaba profundamente interconectado y que durante mucho tiempo estuvo oculto por la voraz jungla. Pero, ¿cómo encajaba todo? ¿Quién vivía dónde, cómo y en qué cantidad? ¿Seguramente el complejo de templos etéreos de Angkor Wat era la sede de la élite adinerada, mientras que el resto vivía fuera de sus muros? Incluso esta imagen sostenida durante mucho tiempo se desmoronó a raíz de la nueva investigación.
Dentro del complejo de templos, el equipo identificó fragmentos de cerámica y rastros de ocupación doméstica que dan cuenta de viviendas relativamente modestas, principalmente de materiales perecederos. Es como si las personas que vivían dentro del complejo de templos no fueran los ricos y privilegiados, sino más probablemente el personal del templo (incluidos sacerdotes, bailarines y funcionarios). En cuanto a la cantidad de personas que vivían dentro del recinto, el equipo identificó un patrón de cuadrícula de alrededor de 250 a 300 estanques dentro de sus muros utilizando LiDAR, perforaciones de núcleos, reconocimiento del terreno y excavación selectiva. Este recuento de estanques (donde anteriormente sólo se habían identificado un puñado de estos estanques domésticos), junto con los cálculos extrapolados de los informes de un visitante chino en 1295/1296, sugiere que alrededor de 4.000 personas podrían haber vivido alguna vez dentro del recinto principal de Angkor Wat.
Basándose en una inscripción de otro templo de finales del siglo XII, que detalla el número preciso de personas involucradas en el funcionamiento del templo, el equipo ha calculado el número probable de personas involucradas en el funcionamiento de Angkor Wat. Parece que todo el personal del templo contaba con unas 25.000 personas, lo que significa que muchos más miembros del personal habrían vivido fuera del complejo del templo, aunque probablemente bastante cerca del templo. Dado que la inscripción continúa afirmando que cinco veces más personas entregaban alimentos y productos a este personal, el equipo ha estimado que otras 125.000 personas, la mayoría de ellas probablemente viviendo y trabajando en los suburbios exteriores, habrían contribuido al funcionamiento del templo. Se trata de cifras enormes que nos dan una idea hasta ahora insospechada de la magnitud de la operación de Angkor Wat.
Para que este suministro de alimentos funcionara de forma fiable, Angkor necesitaba un sistema masivo de gestión del agua que estabilizara el suministro de agua para la agricultura y evitara las inundaciones. Ese sofisticado sistema de canales, estanques y embalses sólo se reconoció plenamente durante el trabajo de teledetección realizado a principios de este siglo. Ahora sabemos que Angkor Wat, y los otros santuarios importantes del centro de Angkor, se encontraban en el corazón de una enorme red que gestionaba, almacenaba y dispersaba el agua de tres pequeños ríos que atravesaban la ciudad hasta el lago Tonle Sap. La escala de las obras hidráulicas es verdaderamente asombrosa. Uno de los embalses, el West Baray, a unos 2 km al oeste de Angkor Wat, tiene unos 8 km de largo y 2 km de ancho, y se alimentaba con agua desviada de los ríos del norte. Mientras tanto, otro terraplén que dirigía el agua a través del paisaje al sur del baray tenía al menos 40 km de largo.
Investigación revolucionaria
Además de revolucionar nuestra comprensión del esplendor, la escala y la complejidad de Angkor Wat, la contribución del LiDAR y los métodos arqueológicos convencionales está transformando nuestra comprensión de la región de Angkor, revelando un paisaje urbano vasto e interconectado. La investigación en Angkor también tiene implicaciones significativas para los arqueólogos que estudian ciudades y pueblos preindustriales en todas partes. Durante generaciones, hemos tendido a pensar en las ciudades como densas aglomeraciones de personas que… El uso del LiDAR es una investigación costosa y de gran precisión, pero representa una nueva era de investigación arqueológica en equipo a largo plazo, en la que el símbolo del arqueólogo no será solo una pala, sino también un aparato de teledetección, ya sea utilizado desde satélites, aviones, helicópteros o drones. La enorme cantidad de nuevos datos de prospección precisos de Angkor está revelando la magnitud del logro jemer, que sin duda rivalizó con el de los antiguos egipcios y romanos también. Como señalan Roland Fletcher y sus colegas: "Los resultados son una profunda muestra del poder, la relevancia y la necesidad de la arqueología". A lo que agregaríamos un ferviente amén.
El principio detrás del LiDAR es bastante simple: el LiDAR (Light Detection And Ranging) es una forma de escaneo láser, desarrollada originalmente en la década de 1960 y utilizada inicialmente en meteorología. Durante la última década, los arqueólogos han comenzado a utilizar rutinariamente esta tecnología, atraídos por su capacidad para capturar datos 3D de alta resolución y extraordinariamente precisos. Funciona utilizando sensores de luz para medir la distancia entre el sensor y el objeto objetivo. Esto da como resultado una serie de "puntos" que la magia de la computadora puede convertir en una malla 3D.
Los arqueólogos pueden utilizar el LiDAR sobre el terreno, donde es capaz de registrar edificios o monumentos con gran detalle. Pero, como en Angkor, también se puede utilizar desde un avión (el equipo utilizó un helicóptero), con el sensor registrando todo lo que se encuentra sobre la superficie del suelo, ya sean edificios, vegetación o la tierra misma. De hecho, en Angkor, el LiDAR ha permitido, por primera vez, el mapeo fácil y eficiente de terrenos normalmente oscurecidos por una vegetación densa y protegida.
Dada la precisión y velocidad de captura de datos, el LiDAR es mucho más rentable que los métodos de estudio tradicionales. También es no destructivo y cronológicamente informativo. ¿Es este el futuro de la arqueología aérea? Sin duda, los trabajadores de campo en muchas partes del mundo así lo creen: basta con observar los recientes estudios con LiDAR en Caracol, en Belice, y, el año pasado, en el asentamiento maya preclásico de El Mirador, en Guatemala, o el estudio pionero de los terrenos de la plantación colonial Wye Hall, cerca de la bahía de Chesapeake, en los Estados Unidos, que alguna vez fue propiedad de William Paca, gobernador de Maryland, uno de los firmantes de la Declaración de Independencia.
Otras Fuentes de Referencia:
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